El pakistaní que logró estatus de refugiado en Cantabria, detenido por descuartizar a un hombre
Imran Firasat huyó de la región en febrero de 2008 dejando tras de sí denuncias por falsedad documental, administración fraudulenta e impagos
26.11.10 - 00:11 - VIOLETA SANTIAGO| | SANTANDER.
Imran Firasat, el pakistaní que en Cantabria pasó de pobrecito apátrida a estafador en sólo dos años, resultó ser, al final, un descuartizador. Así lo cree, al menos, la Policía Nacional que le detuvo en Madrid, ya que era buscado por las autoridades de Indonesia por matar a un hombre a cuchilladas y haber repartido sus restos en bolsas y maletas en junio.
El arrestado, de 32 años, es un viejo conocido de los muchos particulares cántabros que le ayudaron en el tiempo que residió en la comunidad, del personal de Cruz Roja de Torrelavega, que le dio cobertura en sus primeros tiempos en la región, de la organización Cantabria Acoge, que también le apoyó, y de varios medios de comunicación, que se hicieron eco de su dramática historia, lo que le allanó el camino para cometer todos los atropellos por los que acabó denunciado. Por ejemplo, por falsedad documental, impagos y administración fraudulenta.
Aunque todas las cuentas que dejó pendientes en Cantabria -una familia todavía está pagando un crédito por haberle avalado para poner en marcha sus negocios- palidecen al lado de la tropelía que, supuestamente, cometió en Indonesia. Según informó ayer la policía, el periplo de Firasat y su esposa Jenny Setiawan en España habría concluido hace un tiempo con su marcha al citado país asiático. Al parecer, su mujer fue detenida allí, pero Firasat logró retornar a su país de adopción.
En esta ocasión se instaló en Córdoba donde, tras una semana en pruebas en un restaurante, agredió al dueño y robó 6.000 euros. En el momento de la detención, en Madrid, el joven -que se encontraba de nuevo en periodo de pruebas para trabajar en otro restaurante- tenía 1.250 euros en su bolsillo.
Sobre el detenido pesaba una Orden Internacional de Detención para extradición cursada por las autoridades indonesias, que sospechaban que podría encontrarse en España. Los agentes encargados del caso estiman que el fugitivo habría llegado hace unos 20 días a la capital española, donde compartía habitación con varias personas.
Antes de volverse a territorio español, el pakistaní habría contactado con su última víctima bajo el pretexto de la creación de una página web. Aprovechó el encuentro para secuestrarle y pedir un rescate por su liberación, pero el secuestro derivó en un asesinato a cuchilladas y un descuartizamiento. Después habría guardado las diferentes partes del cuerpo en bolsas dentro de cámaras frigoríficas y en varias maletas, que dispersó en diferentes lugares de la ciudad indonesia de Karawang.
El pakistaní ha dado bastante trabajo a las fuerzas del orden. En España, la investigación fue desarrollada por agentes del grupo de secuestros de la Comisaría General de Policía Judicial y del grupo de crimen organizado y delincuencia internacional de la Brigada Provincial de Policía Judicial de Córdoba.
Una historia lacrimógena
Firasat apareció en Cantabria en la primavera de 2005 lanzando a los cuatro vientos una historia de amor que conmovía los corazones: por ser musulmán casado con una indonesia budista, la pareja había sido perseguida en Pakistán (donde se lleva a rajatabla la cuestión religiosa en los matrimonios y por eso estaban amenazados), expulsada de Alemania y, con dos bebés a cuestas -que, según sus padres, carecían de nacionalidad- pedía ayuda para conseguir el estatus de refugiados políticos en España.
Lo lograron justo un año después, en abril de 2006, momento en que la Secretaría de Estado de Inmigración les reconoció el derecho a residir en territorio español «por razones humanitarias». La Administración creía que ambos corrían peligro si se instalaban en cualquiera de sus dos países de origen.
En aquellos días, el joven dio las gracias públicamente a todos los cántabros que le habían apoyado para lograr su meta, que fueron muy numerosos. Para entonces ya había habido quien le había dado un trabajo y quien le había cedido una casa para vivir. Y después llegarían los que le prestaron dinero para montar un negocio (enseguida fueron tres los locales de hostelería que regentaría) y le ayudaron a sacar adelante a sus hijos -tuvieron en Santander a su tercer retoño-, los que le avalaron, los que se hicieron sus socios y los que le alquilaron un piso a precio de amigo.
Todos salieron escaldados del roce con el pakistaní, que dejó deudas aquí y allá. Aunque dejó más decepciones. Para algunos de ellos fue peor la sensación de haber sido burlados por alguien a quien habían pretendido arropar.
Aquí tienen, con carita de ángel, al que solicitó asilo "por motivos humanitarios" e hizo que se le cayera la lagrimilla a algún que otro tont... perdón, solidario cántabro.
**Nota de España 2000 Cantabria**
Una vez leído, analizado e incluso reído, júzguenlo. Nosotros ya lo hicimos.
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